domingo, 5 de mayo de 2013

Clasificación de los terrores visuales I: los terrores del cuerpo


Al hilo de la entrada expuesta hace apenas unos días acerca del manifiesto docente emitido por María Acaso, en las líneas siguientes haré mención al capítulo 3 “Clasificación de los Terrores visuales” escrito por esta profesora y que pertenece libro Esto no son las Torres Gemelas. Cómo aprender a leer la televisión y otras imágenes, que vemos en el margen derecho.

Aproximadamente 800 imágenes diarias pueden consumir una gran ciudad, entonces ¿por qué apenas nos preocupamos por la cultura visual? ¿por qué hay tan pocas investigaciones acerca del efecto que hacen las representaciones visuales en nosotros?.

Este libro puede ser tomado como estudio y análisis de las imágenes que a diario se nos presentan. Nos puede hacer desconfiar sobre el mensaje que nos intentan transmitir y aprender que “ no es oro todo lo que reluce”, sino que debajo de esas representaciones visuales se esconden mensajes ocultos que intentan hacernos cambiar nuestro modo de concebir la realidad.

Por lo que he podido apreciar, el libro se divide en cuatro artículos en los que la autora parte del análisis de los mundos visuales y la cultura visual hasta llegar a definir el concepto de “metanarrativa visual”, que no es más que aquellos mensajes trasmitidos mediante el lenguaje visual por los que ostentan el poder  y que tienen como finalidad obligarnos a tomar decisiones ante determinadas situaciones de la vida, de manera inconsciente.

En esta entrada me centraré en el capítulo tercero del libro “Esto no son las Torres Gemelas”, en el que María Acaso dedica unas páginas al estudio de las diferentes metanarrativas visuales que a día de hoy existen, llamados como Terrores Visuales.

En el artículo que tiene como título “Clasificación de los Terrores Visuales” la autora distingue tres tipos de terrores visuales, que en esta entrada y en entradas posteriores iré explicando. 
De momento en estas líneas que siguen a continuación me centraré en los terrores del cuerpo.

CLASIFICACIÓN DE LOS TERRORES VISUALES:

-          Los terrores del cuerpo
Terror a ser viejo
Terror a estar gordo/a
Terror a los dientes perfectos
Terror al pelo
Terror a los genitales pequeños
Terror a estar enfermo/a
-          Los terrores de clase
Terror a no ir de marca
Terror a no tener una casa como la de las revistas
Terror a no tener una segunda residencia
Terror a no poder ir de vacaciones
Terror de no poder ver la película, serie, espectáculo de moda
Terror a no ser deportista
Terror a no estar tecnológicamente adaptado/a, a no estas localizable, a no estar informado/a.
-          Los terrores culturales
Los tres terrores: terror a no ser blanco/a, terror a ser negro/a; terror a ser mujer; terror a ser homosexual.
Los terrores políticos: terror a no ser occidental, terror al Tercer Mundo, terror a ser inmigrante; terror a no ser pro EE.UU.; terror a no ser monárquico/a.
Los terrores religiosos: terror a ser musulmán.


Como podemos ver los primeros, los terrores del cuerpo, tienen relación con alguna de nuestras partes del cuerpo, que a través de la televisión, nos intentan hacer modificar por el miedo a estar gordo/a, a envejecer, a tener los genitales pequeños y muchos otros miedos que explicaré más adelante.

El segundo grupo de terrores visuales, los terrores de clase, no intentan posicionar en un determinado grupo social, configurando nuestra identidad y estatus.

Y por último, el tercer grupo de terrores visuales, los terrores culturales, que tienen más que un interés comercial, un interés político y son creados por los Estados, los partidos políticos y las religiones.
Antes de adentrarme más en profundidad  en cada uno de los terrores visuales, es necesario señalar que  cada terror tiene su contraterror, es decir determinados artistas y colectivos han tratado de luchar contra las metanarrativas que nos transmiten las estructuras de poder a través también del lenguaje visual.


1. LOS TERRORES DEL CUERPO

Tal y como nos dice María Acaso, son los terrores visuales más instaurados en nuestra sociedad y que a día de hoy están tomando una gran fuerza.

Estos terrores son generados por las industrias más importantes de nuestro sistema capitalista, por tanto tienen un efecto de difusión enorme en nuestra sociedad. Este es uno de los motivos por los que genere graves problemas como trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia, o la depresión de personas mayores de sesenta años por sentirse marginados ante una sociedad que sólo tiene en cuenta a los jóvenes.

También hay que decir que se trata de terrores bastante nuevos y que se han visto fortalecidos por los avances producidos en el mundo de la tecnología y, por tanto ,por su difusión a través de la televisión.


Terror a ser viejo:

El terror a ser viejo es uno de los más asentados en nuestra sociedad, y que peor solución tiene.  Si nos damos cuenta las personas,  que pueden permitírselo, gastan una gran cantidad de dinero en cremas, tintes, gimnasios, e incluso procedimientos quirúrgicos para aparentar ser más jóvenes de lo que en realidad son.

El origen de este terror visual lo encontramos en los sistemas de producción, ya que las empresas apuestan firmemente por una persona joven ya que consideran que rinde más que aquellos que no lo son. Entienden como joven a una persona que se encuentra en una franja que comprende desde los 20 años hasta los 35 años de edad.  

Me resulta curioso cómo van cambiando los tiempos que vivimos, hoy en día características físicas que denotan la edad como las canas y las arrugas son consideradas como insultos cuando hace tan sólo unos años eran signos de valores como la serenidad, la madurez, el aplomo..

 El complot de Matusalén, es un libro escrito por Frank Schirrmarcher en el que nos explica cómo paulatinamente la sociedad ha ido adquiriendo miedo a envejecer, lo que denomina como “gerontofobia”, que supone un cambio en el concepto de la vejez al pasar de ser considerada de un triunfo ante la muerte a una lacra.
Es un libro muy positivo y motivador, que nos anima a no perder nunca las ganas de vivir, ya que la vejez, nos dice, es una etapa que dura la mitad de nuestra existencia, casi tanto como la infancia y la juventud juntas.

Esta arma diseñada por el sistema capitalista es muy dañino sobre un grupo concreto, las mujeres.  Fátima Mernissi, una de las autoras contemporáneas más preocupadas sobre los problemas de las mujeres en la sociedad actual, nos dice las siguientes palabras que,a mi juicio, me parecen muy reveladoras:
“si una comete la osadía de aparentar los cincuenta, o peor aún, los sesenta, resulta simplemente inaceptable. Al dar la máxima importancia a esa imagen de niña y fijarla en la iconografía como ideal de belleza, condena a la invisibilidad a la mujer madura. Si una mujer aparenta madurez y seguridad en sí misma y, por tanto, no se avergüenza de unas caderas anchas, se la condena por fea”.

Desde el punto de vista de las representaciones visuales, el terror a ser viejo/a se crea mediante el asesinato visual, un término acuñado por María Acaso para referirse a la ausencia de imágenes de viejos y viejas. Y si no reflexionemos ¿en cuántas portadas de revistas, películas, anuncios publicitarios…aparecen personas de más de cincuenta años?  

Veamos cómo se nos presenta este terror visual:



































Terror a ser gordo/a:

Prácticamente podríamos decir que se trata de una metanarrativa transmitida a través del lenguaje visual que afecta al sector femenino. A este terror visual se le unirá también el terror a ser vieja y el terror a ser mujer.

Si nos paramos a reflexionar, nadie nos dice que tenemos que usar una determinada talla o que debemos adelgazar para alcanzar tal talla, es decir no hay un mensaje explícito, visible que nos diga que tenemos que tener un determinado peso.

Estar delgada es algo que se nos ha trasmitido implícitamente a través de mensajes siempre presentes ocultos y disfrazados en las representaciones visuales que nos rodean. 


Cuando en la televisión vemos imágenes de mujeres que representan el modelo de belleza ideal, con la talla perfecta, solemos sentirnos inseguras por no presentar en mismo aspecto que ellas.  Esto es algo a lo que he hecho mención en una entrada anterior  titulada como “la mujer y la publicidad”.

La difusión tan sútil pero a la vez tan dañina de esta metanarrativa podría compararse con las normas islámicas, es decir, la obligación de llevar burka o velo es algo explícito, reflejado en algún sitio para su cumplimiento, pero sin embargo la norma de usar la talla 38 es implícita, invisible, no está escrita en ningún sitio, pero tiene igual o mayor magnitud que la norma islámica.
Esta metanarrativa hace que nos sintamos feas, deprimidas, es decir, nuestra propia autoestima se ve resentida, y eso hace que nos queramos menos a nosotras mismas, especialmente ocurre en las mujeres jóvenes.




Parece que la sociedad camina hacia un único modelo de belleza, en el que todas seamos iguales: seamos altas, delgadas, con el pelo largo, y a poder ser, rubio.

Este terror visual no sólo afecta a los aspectos físicos y personales de las mujeres, sino también a su ámbito laboral, ya que estas representaciones visuales de la mujer paralizan sus posibilidades de llegar al poder, y aquellas que lo consiguen deberán luchar día a día porque serán continuamente analizadas.

Potencia el consumismo de muchas mujeres que se encuentran insatisfechas por su cuerpo: gimnasios y la industria del pseudo deporte; productos para adelgazar; cirugía estética; industria de la moda…

Este terror visual ha tenido tanta difusión que ha llegado a causar efectos en una etapa determinada de la mujer como es el embarazo y el posparto. Cada vez son más las modelos y actrices, llamadas comúnmente como celebrities que pasan directamente del paritorio al quirófano para no dejar rastro de las consecuencias visuales del parto. Y lo peor de todo es que estos comportamientos repercuten en la vida de mujeres reales, formando lo que se denomina como terror a estar embarazada.

Finalizo esta metanarrativa diciendo que son las revistas femeninas las principales difusoras de estas representaciones visuales., manifestando cómo cada vez más mujeres se someten a la fertilización in vitro o contratan vientres de alquiler para evitar que su cuerpo se vea modificado por el parto.


Terror a no tener los dientes perfectos:

Uno de los aspectos que más me llamó la atención de este artículo debido a su claridad y realidad es el siguiente, los dentistas no son considerados como el resto de los médicos y forman un lobby (colectivo con intereses comunes)aparte que no cubre la asistencia sanitaria del Estado.


Hoy en día son considerados como cirujanos plásticos, no son médicos realmente, sino que son empresarios que tienen un negocio y cuya prioridad es ganar dinero.  Me parece lamentable que personas como los dentistas que en un primer momento son considerados como médicos que ayudan al paciente, se conviertan en empresarios con el objetivo de llenarse los bolsillos.


Para que cada vez más personas acudan a sus clínicas deben valerse de anuncios publicitarios en los que se refleja personas con unos dientes perfectos, con el objetivo de que la gente se encuentre insatisfecha con su dentadura.

Quiero señalar como aspecto curioso que hoy en día se está poniendo de moda las mujeres que tienen los dientes separados, lo que me lleva a preguntarme ¿veremos en nuestras pantallas a mujeres que muestran sus dientes separados? ¿cambiarán su dentadura aquellas chicas que han conseguido ahora unos dientes perfectos?.




Terror al pelo:

En este apartado señalaré dos grupos diferentes a los que afecta este terror visual desde diferentes perspectivas, como son los hombres y las mujeres.

Comenzaré señalando el caso de las mujeres.  Una de las torturas a las que siempre se ha sometido la mujer es el momento de la depilación. ¿ qué tire la primera piedra aquella mujer que no ha tenido miedo al vello en piernas o en otras zonas? Y es que en Occidente es inconcebible una mujer atractiva que no esté bien depilada. Como se dice en el artículo puedes ser joven, delgada, tener los dientes perfectos, pero si tienes pelos en las piernas sospecharán de ti. 

Este terror visual a tener pelo en las diferentes partes de nuestro cuerpo está contribuyendo a generar grandes sumas de dinero para el sistema capitalista, mediante negocios como la decoloración, la depilación con cera, espumas, geles, así como la industria de las depiladoras eléctricas. Desde hace tiempo se ha puesto muy de moda la depilación por láser, sin mencionar los efectos secundarios que ésta tiene.

Una vez más, son las revistas femeninas las que potencian este terror.




En la foto de la derecha podemos ver una anuncio de una marca muy conocida dedicada al cuidado de la piel, especialmente de la mujer, llamada "Veet", que ha alcanzado un gran éxito entre las jóvenes.










Otro terror que afecta a la mujer es el terror al pelo corto, muy vinculado este tipo de corte con la masculinidad. Las mujeres tienden a desear una cabellera larga y abundante y esto requiere perder tiempo y dinero en productos de belleza dedicados a ello como champús, mascarillas revitalizantes, peluquerías….

Algunas de las marcas con más influencia hoy día en el cuidado del cabello son:



















Por otro lado, los hombres también sufren este terror visual al pelo. Tienen miedo a estar calvo, un terror muy frecuente unido al de no ser joven.

Los varones, aunque parezca mentira, también deben someterse a la tortura de afeitarse continuamente para evitar el terror de la barba, muy asemejado al mundo del Islam, donde llevar barba es un atributo religioso musulmán.

María Acaso nos dice que hoy en día llevar barba es símbolo de ser progre, comunista, artista raro, ecologista…cuando la barba en otro tiempo era sinónimo de sabiduría y madurez. En este sentido, debo señalar que los tiempos están cambiando y ahora llevar barba es una moda muy seguida por el colectivo masculino, y para una gran mayoría de mujeres es de gran atracción ver un hombre con barba. 



























Terror a los genitales pequeños:

Al igual que el terror anterior, hay dos versiones sobre esta metanarrativa: la masculina y la femenina.  La versión femenina se centra en la tendencia a adquirir un pecho voluptuoso y firme.

Nos encontramos en una sociedad donde se evalúa a la mujer por el tamaño de sus pechos. Por ello cada vez son más las mujeres que se someten a operaciones para agrandar sus genitales.  Es curioso ver casos de mujeres extremadamente delgadas con pechos de gran volumen.







La versión masculina de este terror tiene que ver con el tamaño del pene. Siempre ha existido este temor en todas las culturas, pero ahora más que nunca está alcanzando un valor extraordinario en la sociedad actual. La razón es que ahora si existen posibilidades de someterse a tratamientos de alargamiento de pene, y antes no.


Terror a estar pálido:


Otro de nuestros miedos es el estar pálido. Pasamos horas y horas trabajando en oficinas, despacho o bien en casa, pero paradójicamente queremos estar morenos.

Este terror genera multitud de industrias como las cremas, solárium, o la industria del turismo.

Uno de los referentes más famosos de este miedo es  Julio Iglesias, que nos hacen desear ese tono de piel dorado.



Terror a estar enfermo:

Otro de los grandes miedos visuales de nuestra sociedad es hacernos creer que estamos enfermos cuando en realidad no lo estamos. Estas representaciones visuales son trasmitidas por las grandes multinacionales farmacéuticas.

Me parece un miedo visual que puede originar efectos graves en aquellas personas a las que afecta.

En el artículo me llamó la atención la idea de que médicos y empresas inventan o exageran riesgos sanitarios para aumentar el gasto en esta industria mediante “el mito de las pacientes informados”.

















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